sábado, 4 de septiembre de 2010

Ludopatía (Una historia de la vida real)

Norberto estaciona su moto en la puerta del club. Pesadamente, (tal es su forma de moverse) se introduce en la casa que oficia como lugar de reunión ineludible hace algunos años. Si bien no es un ser muy social el sitio le ha servido para conocer y ser conocido, aceptar y ser aceptado. Sus casi 40 años han vivido pocas alegrías y no tan pocas tristezas. Metro sesenta y cinco de estatura, contextura simiesca, cejijunto, cabeza cuadrada que hace juego con unos anteojos culo de botella, inseparables compañeros de una notable miopía. En suma :el compendio del antihéroe. Su trabajo de mensajería le ayuda a ser independiente y costearse, con lo poco que queda, algunas mesas de micro límite en Poker Stars. Su ¿estilo? de juego es evidente: un fish de primera. Un calling-station sin igual. Una beca para cualquier jugador que lo enfrente. Como es sabido hay varios tipos de fish: uno es el que cree ser un jugador de puta madre y que pierde porque la suerte le es adversa. Otro tipo es el que juega como bien podría jugar backgammon y solo se costea un pasatiempo porque le sobran algunos dineros. Norberto no puede dejar de intentar la búsqueda, no de la victoria (en el subconsciente no busca ganar) sino del electroshock de adrenalina que no encuentra en otro sitio. Perdedor por naturaleza y ganador por milagro, ocupa su lugar frente a una pantalla mientras se saca su abrigo y pide un cortado. El lugar es una casa con distintos estares, mezcla de club de ajedrez y cyber-café que dispone de varios ordenadores que son ocupados en forma rotativa por los clientes regulares.
Norberto se sienta. Sus dedos poco ágiles, acostumbrados a otros rigores, entran en contacto con el teclado...
Popa esta sumergido en el vértigo de un SIT-GO turbo. A los 55 y después de 30 años de conducir ómnibus de larga distancia, casado, hijos, nietos y etcéteras, disfruta con verdadera fruición de ese juego que conoció tiempo atrás. Excedido de peso (y por mucho) ha tenido que dejar el cigarrillo antes que la vida. Jovial, simpático, pícaro, no es una presa muy fácil para sus rivales y algunos buenos resultados le han permitido costear sin problemas este nuevo pasatiempo. Impredecible, capaz de hacerte tirar buenas manos o embarrarse en un bluff muy evidente, se embarca en aventuras que manejará con mayor o menor pericia según el caso. La derrota, la victoria, la incertidumbre o el miedo, degenerarán en todos los casos en una risa franca, estentórea y contagiosa que suena por conocida en el Club como una nota concordante.
Ahora, sentados literalmente codo a codo, se desarrolla la conversación:
-¿Qué tal Norberto? ¿Cómo estás? .-Bien Popa, gracias.
Popa observa la pantalla de Norberto abierta en el Messenger y le pregunta: ¿No estás jugando Holdem? Nooooo, Popa, responde. Tuve que dejar porque me trastornaba psicológicamente. La terapeuta me ha dicho que le deje y además estoy acudiendo a un grupo de Jugadores Anónimos como soporte, relata Norberto cariacontecido mientras en su pantalla aparecen fotos de una rusa mejor que la Anita Kournicova.
Que lástima Norberto, pero bueno...si es para bien espero que lo superes etc, etc. En medio del diálogo, teléfono para Popa. Este escucha y contesta brevemente: bueno 22.30 estoy por allá y cuelga. Rato después pierde una mano y termina tercero en el SIT-GO. Lentamente se levanta, toma sus cosas y saluda a su interlocutor. Adiós Norberto, nos vemos. Chau Popa ¿Adonde vas? Me llamó Conejo para un juego en vivo y voy para allá. Norberto palidece. Traga saliva. Duda. Piensa. Transpira.
Popa tiene el pomo de la puerta en su mano cuando escucha un alarido proveniente de la otra sala ¡¡¡¡¡Popa!!!!!! La inconfundible voz de Norberto convertida en aullido, en ruego, en orden. ¿Que pasa? Pregunta. Dile a Conejo que si termino temprano la reunión de Jugadores Anónimos me cuente. Que voy para allá.
En el comienzo de la noche resuena la risa franca y contagiosa de la Popa mientras un latigazo de viento le cruza la cara.....

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