sábado, 4 de septiembre de 2010

HASTA LA VICTORIA SIEMPRE

Mi nombre, que se develará solo al final de estos confusos apuntes, no es el objeto principal de esta pintoresca anécdota, una de tantas en la historia de mi vida. Soy un gran maestro de ajedrez, argentino por adopción, que ha llegado a este pequeño país centroamericano por motivos laborales .Debo disputar un fuerte torneo contra mis pares soviéticos (entre otros) y dar una de esas agotadoras sesiones de partidas simultáneas ante un elegido grupo de aficionados locales .No es que queje de mi destino ,después de todo es una elección de vida ,pero ambas disciplinas no combinan bien por aquello del cansancio y la saturación .Para colmo de males una molesta e insistente garúa convierte en una pesadilla lo que en un día soleado sería un paseo .Una treintena de adversarios en busca de una quimérica victoria se alinean frente a sus mesas. Como ya es habitual, busco en sus rostros aquella señal que delate quién se irá primero. Una vez más acierto con un tímido pelirrojo de juego débil que no valora sus chances debidamente .Floto entre las mesas en busca de mi próxima víctima y advierto en una de ellas una mirada desafiante, sin vestigios de miedo. Su poseedor es un joven treintañero de mirada cetrina, barba oscura y tupida, corto cabello, casi al ras .Un ligero estremecimiento me recorre, aunque no por temor a una improbable derrota. Algo intangible, que va más allá del juego me dice que es un adversario de cuidado no sólo en el tablero .En la vida. Alguien capaz de jugarse hasta las últimas consecuencias. A medida que se desarrolla la sesión los rivales van quedando eliminados. Un puñado de ellos ofrece una última, inútil oposición .Entre ellos mi muchacho .Su posición defensiva, aunque tenaz, le ofrece muy pocas esperanzas. El no parece advertirlo y se debate ardorosamente, buscando siempre la mejor respuesta y a pesar de encontrarla es evidente que no alcanzará para salvar la partida .Siento un poco de lástima por ese bravo antagonista que será, indudablemente, el último en rendirse. Ya hemos quedado solos (la multitud alrededor de su mesa no cuenta) y dirigiéndome a él, en homenaje a su valor, le ofrezco dividir honores .Su inmediata negativa me desconcierta. Es obvio que entiende la precaria situación en que se encuentra y aún así desea batallar hasta el final. Me recuerda a aquellos animales que esperando el golpe final se revuelven ante su matador en abierto desafío .Lo que sigue es una mera ejecución. Terminada la faena siento la tremenda firmeza de su apretón de mano y entonces por fin nos presentamos: mucho gusto, Miguel Najdorf, gran maestro .Encantado señor, Ernesto Guevara, Ministro, de Industrias de Cuba, y agrega con una sonrisa y un guiño de ojo típicamente argentinos: puede usted tratarme de Che.
NOTA: Sesión de partidas simultáneas desarrollada en Cuba por Miguel Najdorf el 1º de Mayo de 1962. Ese lluvioso día un millón de personas entonaron la marcha “La Internacional”poniéndole un marco inolvidable a esta prueba del patriarca del ajedrez argentino .El Che ya había sido derrotado por el maestro siendo un joven estudiante de medicina, en otra sesión desarrollada en la ciudad de Mar del Plata.

Autor: Luis Felipe Balesta. País: Argentina.

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