sábado, 4 de septiembre de 2010

JUEGOS OLIMPICOS - "LA HISTORIA" -

PRIMERA PARTE
Mi nombre es Fiama. Soy la hoguera, la llama, el símbolo de lo inalterable. Soy la pureza, el dolor, el éxtasis y la agonía. Soy lo inalcanzable. Soy y seré eterna, para que todos puedan verme y nadie olvidarme. Soy casi tan vieja como el mundo y a pesar de ello los hombres me desean y desean poseerme. Pobres y frágiles mortales que no entienden que ese segundo de gloria, ese efímero lapso para el que han dedicado su vida, ya se ha desvanecido como arena en el viento.
Mi nacimiento se remonta al año 776 antes de Cristo. El lugar: Elis en Altis, valle de Olimpia, en la provincia del Peloponeso. Recuerdo muy bien todos los juegos de la época. Los Píticos, en Delfos, en honor a Apolo. Los Istmicos, en Corintio, como ofrenda a Poseidón. Los Meneos, en Argólida, para venerar la gesta de Hércules y los más grandes, los incomparables Olímpicos, para ensalzar a nuestro amado Zeus.
Una brisa que proviene de la Hélade, mueve un velo tenuemente, y a través de él observo el templo sagrado, con su gigantesca estatua de trece metros, cincelada por Eideas en marfil y oro.
Tal vez exista quien crea que desvarío, perdida en los laberintos del tiempo. Sin embargo mi memoria no me traiciona. He visto detenerse las guerras para celebrar los juegos. Mi pueblo lo llamaba ekencheiría. He visto competir a los hombres desnudos y descalzos, dejando hasta el último hálito de vida en busca de la corona de olivos y su nombre grabado en la historia. He escuchado ovaciones ensordecedoras, de multitudes delirantes, antes y después del pugilato; el disco; la jabalina; el diádulos (400 mts.).Rememoro nombres de entrenadores como Lecus de Tarento. Púgiles como Milón de Crótona quien triunfó en 7 juegos consecutivos, elevándose casi por completo a la altura de un dios. Como olvidar a Píndaro, poeta y por extensión cronista de estos sucesos. Como no recordar el rugido de las masas ante el paseo triunfal de sus héroes, desfilando hasta la exedra (zona de asientos reservada a los notables). No, mis sentidos no me engañan. Todavía veo a la sacerdotisa de Demeter, única mujer permitida en el sagrado recinto de Zeus.
Estos y otros tantos recuerdos ocupan mis horas, mis días. Sé que mi fin esta próximo. Teodosio, el emperador Romano, se ha cobijado, como su pueblo, en el cristianismo, y presiona, intriga, conjura para hacerme desaparecer. Para que mi figura cimbreante y esquiva caiga en el olvido. Para que mis dioses se conviertan en polvo. Pero sé, con la sabiduría que dan los tiempos, que renaceré de mis cenizas y seré inmortal. Mientras tanto me voy apagando, me vacío, me extingo...


SEGUNDA PARTE
Mi nombre es Pierre de Freddy, barón de Coubertin, biznieto del marques de Mirville. Nací en París, exactamente con el advenimiento del año 1863. Mi infancia y pubertad son el recuerdo de un puñado de imágenes del chateux de Mirville, rodeado de familiares y criados. Fui educado inicialmente en un colegio jesuita hasta mi ingreso en la Facultad de Ciencias Políticas de París, donde me doctoré en esta rama y también en Derecho. Sin embargo mi verdadera vocación fue la pedagogía. Todo comenzó con un viaje a Inglaterra, donde descubrí la importancia que asignaban los británicos al deporte, como ingrediente esencial en la formación del carácter. Mi impresión fue tan fuerte que luego de estudiar exhaustivamente el tema, intenté, sin mayor fortuna, ponerlo en práctica en mi país. Mis compatriotas no lograron entenderlo, como tampoco entendieron la idea de restablecer los Juegos Olímpicos, obra benéfica y grandiosa.
Siempre sostuve que la pasión y la perseverancia son requisitos indisolubles para la obtención de un logro. Así fue como el 23 de junio de 1894, en el anfiteatro de la Sorbona parisina, ante 2000 personalidades y 74 delegados de 12 países, proclamé solemnemente el restablecimiento de los Juegos Olímpicos y la creación del Comité Olímpico Internacional (COI). El motor de mi credo fue una frase que luego se constituyó en el precepto olímpico y dice: el objetivo del movimiento olímpico es contribuir a la construcción de un mundo en paz y mejor, educando a los jóvenes a través del deporte, sin ningún tipo de discriminación. Fui presidente del COI durante 29 años, en los cuales colaboré en el diseño de la bandera olímpica de los 5 aros (5 continentes, 5 civilizaciones, 5 grandes religiones), en la concepción de las ceremonias de apertura y clausura y en definitiva, en un movimiento social absolutamente trascendente en la historia de la humanidad. Algunos instantes de mi vida han quedado fundidos en mi memoria. Rememoro sonriente el escarnio a que fui sometido por el rol asignado a la mujer, cuando un vocero del COI declaró: "Creemos que los Juegos Olímpicos deben reservarse para la solemne y periódica exaltación del atletismo masculino, con el internacionalismo como base, la lealtad como credo, el arte en su realización y el aplauso de la mujer como recompensa".
Es cierto, no todos han sido momentos gratos. La muerte de mis dos jóvenes hijos. La ingratitud e incomprensión de mis propios compatriotas. La ruina económica que me significó el mecenazgo de los Juegos. El olvido. El exilio.
Tal vez la cercanía del final, que sé próximo, me haya invitado al inevitable balance. Solo me resta agregar que mis verdaderas intenciones, que mi legado real, que la síntesis de mi vida, está comprendida en el precepto olímpico. Para concluir, si el hombre es hijo de la esperanza, la mía es que mi obra continúe en el tiempo, como símbolo de unión de todos los hombres de buena voluntad.


TERCERA PARTE: LA VICTORIA (El instante supremo)
Esa dicha es un sol que se apaga al instante de haber destellado, cubriendo con una luz única el curso de la existencia.
Para quien cuenta, además, con la complicidad de la excesiva lucidez, ese sumum de felicidad se convierte en una pronta agonía ante el interrogante inmediato. ¿Cómo justificarla (existencia)? ¿Que instante propicio me deparará una sensación similar?
¿ Cómo combatir el vacío futuro ante la perspectiva de la negativa comparación?. Pero al mismo tiempo, si me preguntaran si semejante sacrificio valió la pena, mi respuesta, sin dudas, sería clara y precisa. Cometería los más abyectos crímenes y horrores, si conllevaran volver a sentir el instante supremo.

EPILOGO
Los gritos se han acallado en el estadio. El total vacío de las gradas remarca la obviedad del fin de la competición. Empero la conclusión es engañosa. Estas señales obedecen a otra visión. Si se aguza el oído, los ojos cerrados y la mente abierta se podrá escuchar a los atletas en sus justas, los gritos de júbilo, los ayes de dolor. La risa. El llanto.
Una bruma va ganando el espacio. A través de ella, muy difusamente, dos figuras. Una masculina, femenina la otra. Parecen ser Fiama y Pierre. De pronto él, con gesto gracioso, se inclina para susurrar algo en su oído, y su mensaje, como un eco infinito, se extiende por doquier: " Ustedes que desean superarse, fortalezcan su cuerpo y su espíritu para descubrir lo mejor de cada uno. Busquen estar siempre un paso mas allá del límite que se habían fijado. Citius, Altius, Fortius... Más rápido, más alto, más fuerte".
Sí, es cierto, ahora se escucha claramente.
Los Juegos Olímpicos están en marcha...

Ludopatía (Una historia de la vida real)

Norberto estaciona su moto en la puerta del club. Pesadamente, (tal es su forma de moverse) se introduce en la casa que oficia como lugar de reunión ineludible hace algunos años. Si bien no es un ser muy social el sitio le ha servido para conocer y ser conocido, aceptar y ser aceptado. Sus casi 40 años han vivido pocas alegrías y no tan pocas tristezas. Metro sesenta y cinco de estatura, contextura simiesca, cejijunto, cabeza cuadrada que hace juego con unos anteojos culo de botella, inseparables compañeros de una notable miopía. En suma :el compendio del antihéroe. Su trabajo de mensajería le ayuda a ser independiente y costearse, con lo poco que queda, algunas mesas de micro límite en Poker Stars. Su ¿estilo? de juego es evidente: un fish de primera. Un calling-station sin igual. Una beca para cualquier jugador que lo enfrente. Como es sabido hay varios tipos de fish: uno es el que cree ser un jugador de puta madre y que pierde porque la suerte le es adversa. Otro tipo es el que juega como bien podría jugar backgammon y solo se costea un pasatiempo porque le sobran algunos dineros. Norberto no puede dejar de intentar la búsqueda, no de la victoria (en el subconsciente no busca ganar) sino del electroshock de adrenalina que no encuentra en otro sitio. Perdedor por naturaleza y ganador por milagro, ocupa su lugar frente a una pantalla mientras se saca su abrigo y pide un cortado. El lugar es una casa con distintos estares, mezcla de club de ajedrez y cyber-café que dispone de varios ordenadores que son ocupados en forma rotativa por los clientes regulares.
Norberto se sienta. Sus dedos poco ágiles, acostumbrados a otros rigores, entran en contacto con el teclado...
Popa esta sumergido en el vértigo de un SIT-GO turbo. A los 55 y después de 30 años de conducir ómnibus de larga distancia, casado, hijos, nietos y etcéteras, disfruta con verdadera fruición de ese juego que conoció tiempo atrás. Excedido de peso (y por mucho) ha tenido que dejar el cigarrillo antes que la vida. Jovial, simpático, pícaro, no es una presa muy fácil para sus rivales y algunos buenos resultados le han permitido costear sin problemas este nuevo pasatiempo. Impredecible, capaz de hacerte tirar buenas manos o embarrarse en un bluff muy evidente, se embarca en aventuras que manejará con mayor o menor pericia según el caso. La derrota, la victoria, la incertidumbre o el miedo, degenerarán en todos los casos en una risa franca, estentórea y contagiosa que suena por conocida en el Club como una nota concordante.
Ahora, sentados literalmente codo a codo, se desarrolla la conversación:
-¿Qué tal Norberto? ¿Cómo estás? .-Bien Popa, gracias.
Popa observa la pantalla de Norberto abierta en el Messenger y le pregunta: ¿No estás jugando Holdem? Nooooo, Popa, responde. Tuve que dejar porque me trastornaba psicológicamente. La terapeuta me ha dicho que le deje y además estoy acudiendo a un grupo de Jugadores Anónimos como soporte, relata Norberto cariacontecido mientras en su pantalla aparecen fotos de una rusa mejor que la Anita Kournicova.
Que lástima Norberto, pero bueno...si es para bien espero que lo superes etc, etc. En medio del diálogo, teléfono para Popa. Este escucha y contesta brevemente: bueno 22.30 estoy por allá y cuelga. Rato después pierde una mano y termina tercero en el SIT-GO. Lentamente se levanta, toma sus cosas y saluda a su interlocutor. Adiós Norberto, nos vemos. Chau Popa ¿Adonde vas? Me llamó Conejo para un juego en vivo y voy para allá. Norberto palidece. Traga saliva. Duda. Piensa. Transpira.
Popa tiene el pomo de la puerta en su mano cuando escucha un alarido proveniente de la otra sala ¡¡¡¡¡Popa!!!!!! La inconfundible voz de Norberto convertida en aullido, en ruego, en orden. ¿Que pasa? Pregunta. Dile a Conejo que si termino temprano la reunión de Jugadores Anónimos me cuente. Que voy para allá.
En el comienzo de la noche resuena la risa franca y contagiosa de la Popa mientras un latigazo de viento le cruza la cara.....

1500 MILLONES.

Bolutu Garka nació en la joven república de Burkina Faso, al noreste de África ,una noche en que se vislumbró con total claridad el paso de una estrella fugaz. Esta señal era considerada por los ancianos de la tribu como muy favorable para el recién nacido ,dotándolo de características excepcionales .Efectivamente , Bolutu dio muestras desde niño de habilidades poco comunes .Su color de piel ,negro como el petróleo o el azabache lo tornaban invisible en las oscuras noches africanas ,donde cometía todo tipo de desmanes amparado en su don. Su velocidad era indescriptible .Aventajaba, y por mucho, a las cabras a las que pastoreaba, en carreras hasta la orilla del río Volta, vecino a su tribu. Pero Bolutu era una de esas personas con la necesidad de conocer mundo y una lluviosa tarde de verano, aprovechando la confusión general, se embarcó como polizón en un barco mercante .El viaje fue difícil pero al cabo de 40 días el joven vió la luz y a través de un ojo de buey una ciudad que le pareció inmensa. Era Buenos Aires .Sin conocer el idioma ni las costumbres Bolutu se fue arreglando para conseguir trabajos ocasionales que le permitían comer y hospedarse en una modesta pensión cercana a la zona de Retiro .La alimentación también era un problema para el africano. .No podía entender el culto de los nativos hacia un animal tan estúpido como la vaca, que se dejaba llevar al matadero sin oponer la más mínima resistencia. Que diferentes eran esos espléndidos y añorados bocados como las serpientes y lagartijas a las que había que perseguir y cazar en peligrosa comisión.
Una tarde de sábado se prendió en un “picado”en una plaza cercana. Un comedido lo descubrió y lo llevó inmediatamente a fichar para un modesto club barrial .Se convirtió en noticia .Llevó a su club a la categoría superior y fue vendido posteriormente a River en un pase con cámaras y micrófonos por doquier, que veían a este joven moreno como una gran revelación. Sin embargo algo ensombreció este presente perfecto .Los jugadores “millonarios” comenzaron a oscurecer paulatinamente .El presidente Aguilar advirtió el fenómeno cuando Leguizamón ,un carrilero derecho siempre orgulloso de su blonda cabellera, símil polaco Bastía, salió de la ducha sospechosamente similar a Ruud Gullit .Vergara ,un recio marcador de punta ,parecía una fotocopia de Samuel Etoo .En menor o mayor medida todo el plantel sufría esta extraña mutación .La comisión directiva decidió con pesar que Bolutu debía emigrar. Su ex representante ,Guillermo Cóppola había sido puenteado por el negro ,que demostraba ser tan veloz fuera de la cancha como dentro de ella, y actualmente lo atendía Mascardi .Cóppola aseguraba a boca de jarrón que Bolutu se empeñaba (y lo conseguía) en hacer honor a su apellido .A todo esto ,Aguilar hubo de tomar una difícil decisión e indemnizar al grone, que amenazaba con una denuncia por discriminación, para que se fuera Pero ya era tarde. La epidemia había hecho estragos en el club de Núñez y su plantel parecía un equipo de la N.B.A .en miniatura .Los padres dejaron de mandar a sus hijos a las inferiores y finalmente pasó lo que debía .Julio Grondona, ante la inminencia de un escándalo de proporciones insospechadas, tomó cartas en el asunto .Desafilió momentáneamente al club de la banda roja y lo envió íntegramente a jugar a la liga francesa ,donde por color de piel pasarían desapercibidos .Lamentablemente no fue así .Los jugadores de ese nuevo club se pusieron prontamente en evidencia .Simulaban foules de manera sistemática mientras gritaban al caer cual si hubieran recibido un disparo .Festejaban los goles pasando el dedo índice de una mano por un aro formado por los dedos índice y pulgar de la otra ,frente a los rostros de sus rivales. Celebraban jubilosamente túneles y rabonas e increpaban en forma permanente a los árbitros y jueces de línea ante cualquier fallo .Cuando la tribuna los reprobaba respondían llevando repetidamente su mano a los genitales(propios) mientras pronunciaban airadas palabras en un idioma desconocido .También fueron desafiliados de esa Liga para desesperación de Aguilar ,que a esa altura era casi un calco de Nelson Mandela .Con el tiempo ,esa extraña epidemia desapareció ,aunque ese plantel riverplatense fue denominado, a secretas voces, “la generación maldita”.
De la vida de nuestro héroe pocas noticias se tienen .Algunos informantes dan maliciosamente la novedad de que Bolutu habría sido deportado de la República Popular China y agregan por lo bajo que con 1500 millones de negros más, el mundo ya no sería el mismo.

Autor: Luis Felipe Balesta

EL SUEÑO

Que delgado y sutil es el hilo que oficia de límite entre la fidelidad y la obsecuencia, reflexiona Álvaro Fonseca.
Mira sin ver el tablero, sumido en sus cavilaciones, enmarcado éste por las piezas que yacen arbitrariamente, ya inútiles, desprovistas del poder que les confiere la mano que las empuña.
Su antagonista exuda nobleza desde su rostro serio y concentrado hasta el mínimo detalle que lo atavía. El rey Fernando luce preocupado. Su posición en el tablero desmejora poco a poco, movida a movida, y él no alcanza a definir el plan que lo ampare, lo cual lo enfurece.
Las habitaciones de la reina son el campo de batalla elegido. La Corte los acompaña a pesar del sofocante calor de la siesta.
Su Majestad Isabel La Católica se acerca suavemente y voz queda pregunta a Fernando sobre la posibilidad de apoyar al Almirante Colón a explorar el desconocido Nuevo Mundo.
El Rey, malhumorado, da una respuesta ambigua y se sumerge nuevamente en el tablero en el momento en que la voz de Fonseca aconseja:”Majestad, creo que debéis doblar torres para evitar la amenaza de mate”.
Fernando observa con detenimiento, sin prisa, hasta corroborar lo dicho por su rival. En el momento en que sus dedos están por rozar la torre, una mano detiene su antebrazo. La incipiente ira que se apodera de él desaparece mágicamente cuando Isabel se inclina para susurrar algo en su oído.
Su cara se transforma hasta mutar de la agonía al placer y entonces lentamente, muy lentamente, gozando cada fracción de segundo, toma un perezoso alfil que no solo sofoca la fútil amenaza sino que da un vuelco inusual a la situación.
Fonseca palidece instantáneamente, para satisfacción del Rey y comprendiendo la inutilidad de su resistencia ofrece su mano (tal vez aliviado)en señal de capitulación, ante el murmullo aprobatorio y el aplauso de la Corte.
El Rey, extasiado, se dirige a Isabel:”Mi Señora, haced llamar al Almirante Colón. Creo que hoy será un gran día para él”.

Quizás en algún club de ajedrez o en cualquier otro sitio dos jugadores repetirán esa posición. Si ganan las piezas de Fonseca entonces tal vez hayamos sido solo un sueño, una ilusión y el Nuevo Mundo una invención sobre la cuál aún resuenan las carcajadas de los Dioses.
Luis Felipe Balesta.- País: Argentina.

CAISSA EXISTE

Caissa, musa o diosa del ajedrez cuya aparición literaria data de un poema de Sir William Jones (1713) basado en otro del italiano Marcos Vida (1513) en el que la ninfa se llama Scacchis (del italiano escaque o casilla) Diosa que concede sus favores a quienes le dedican su vida. En la primavera de 1992, más precisamente el 12 de octubre, se desarrolló en nuestra ciudad un fortísimo torneo abierto. El escenario: un céntrico hotel de la avenida Colón atiborrado de un público que serpenteaba, reptaba, hormigueaba por sus escalinatas, doblando hasta la calle Buenos Aires y seguía, seguía, seguía. En suma: un pandemónium. Los inscriptos superaron el número de doscientos, gran parte de ellos grandes maestros, maestros internacionales y duros jugadores de primera categoría. Once rondas a un ritmo de cinco minutos por jugador por partida (conocido como blitz). El más fuerte de todos era nada más ni nada menos que Garry Kasparov, Campeón mundial en ejercicio. Uno tras otro sus rivales fueron cayendo ante la portentosa técnica y la casi inhumana táctica de la que siempre ha hecho gala. Con diez puntos en otras tantas partidas se había hecho acreedor al primer puesto en solitario. Sólo restaba la última. Un trámite... Juan Carlos De Las Heras llevaba grabado en su frente el estigma del ajedrecista. Este cincuentón porteño se “robó” de Córdoba el recuerdo de sus reuniones con el maestro Erich Eliskases y la inconfundible tonada que aún hoy lo acompaña. Devastado, azotado por los sucesivos avatares de la política económica vernácula, hubo de instalarse en Mar del Plata en la década del 80 haciéndose popular rápidamente por sus amplios conocimientos en el juego de los juegos y su original sentido del humor. Obsesivo, inquieto, capaz de despertar en medio de la noche para revisar una variante con la que había soñado, se había entregado por entero a esta pasión que lo consumía. ¡¡¡Onceava y última ronda ¡!! Anuncia uno de los fiscales del torneo; a la sazón quién esto escribe; Kasparov - De Las Heras: Lo veo a “Juanca” y le comento:”” que lástima; si no te tocaba el “monstruo” tenías chances de cobrar”; dando por descontada su derrota: Su contestación:”no importa Feliiipito; me doy por cobrado igual; cuantas chances puedo tener de jugar con el Campeón del mundo: Comienzan las partidas; se dirimen importantes premios: Nervios; errores, alguna disputa, cosas típicas de una última ronda y de pronto... de pronto una ovación tremenda, jamás escuchada por el narrador en un torneo de ajedrez. Un gol en una Bombonera repleta, un trueno, el estallido de una bomba. La piel de gallina, el caminar inmediato de un autómata hacia el lugar del hecho justo a tiempo para ver al Campeón retirarse de la sala de juego envuelto en una llamarada de furia y chocar contra ese grupo de marplatenses que abraza a ese hombrecito emocionado, lacrimoso, que es absolutamente consciente de estar viviendo el momento más trascendente y emotivo de su vida. La justificación de todos sus afanes, el pináculo de su carrera deportiva, mientras susurra al oído de un amigo común:”Viste Gustavito, alguna vez tuve talento”. Cuantos jugadores titulados sucumbieron ante el Campeón, cuantos jugadores mejores que Juan Carlos De Las Heras no pudieron con el “ogro de Bakú”: Hay quienes dicen que Caissa no existe: Que sólo forma parte de la mitología: Esos incrédulos no saben lo que dicen ni ven lo que veo: O me van a discutir que esa pareja que camina bajo los árboles, entrelazadas las manos como dos enamorados son Caissa y “Juanca”: Ella le habla suave, amorosamente. Le revela variantes, jugadas, secuencias, aperturas, para que algún día, seguramente, él vuelva a sorprendernos a todos.

Autor: Luis Felipe Balesta. País: Argentina.-

HASTA LA VICTORIA SIEMPRE

Mi nombre, que se develará solo al final de estos confusos apuntes, no es el objeto principal de esta pintoresca anécdota, una de tantas en la historia de mi vida. Soy un gran maestro de ajedrez, argentino por adopción, que ha llegado a este pequeño país centroamericano por motivos laborales .Debo disputar un fuerte torneo contra mis pares soviéticos (entre otros) y dar una de esas agotadoras sesiones de partidas simultáneas ante un elegido grupo de aficionados locales .No es que queje de mi destino ,después de todo es una elección de vida ,pero ambas disciplinas no combinan bien por aquello del cansancio y la saturación .Para colmo de males una molesta e insistente garúa convierte en una pesadilla lo que en un día soleado sería un paseo .Una treintena de adversarios en busca de una quimérica victoria se alinean frente a sus mesas. Como ya es habitual, busco en sus rostros aquella señal que delate quién se irá primero. Una vez más acierto con un tímido pelirrojo de juego débil que no valora sus chances debidamente .Floto entre las mesas en busca de mi próxima víctima y advierto en una de ellas una mirada desafiante, sin vestigios de miedo. Su poseedor es un joven treintañero de mirada cetrina, barba oscura y tupida, corto cabello, casi al ras .Un ligero estremecimiento me recorre, aunque no por temor a una improbable derrota. Algo intangible, que va más allá del juego me dice que es un adversario de cuidado no sólo en el tablero .En la vida. Alguien capaz de jugarse hasta las últimas consecuencias. A medida que se desarrolla la sesión los rivales van quedando eliminados. Un puñado de ellos ofrece una última, inútil oposición .Entre ellos mi muchacho .Su posición defensiva, aunque tenaz, le ofrece muy pocas esperanzas. El no parece advertirlo y se debate ardorosamente, buscando siempre la mejor respuesta y a pesar de encontrarla es evidente que no alcanzará para salvar la partida .Siento un poco de lástima por ese bravo antagonista que será, indudablemente, el último en rendirse. Ya hemos quedado solos (la multitud alrededor de su mesa no cuenta) y dirigiéndome a él, en homenaje a su valor, le ofrezco dividir honores .Su inmediata negativa me desconcierta. Es obvio que entiende la precaria situación en que se encuentra y aún así desea batallar hasta el final. Me recuerda a aquellos animales que esperando el golpe final se revuelven ante su matador en abierto desafío .Lo que sigue es una mera ejecución. Terminada la faena siento la tremenda firmeza de su apretón de mano y entonces por fin nos presentamos: mucho gusto, Miguel Najdorf, gran maestro .Encantado señor, Ernesto Guevara, Ministro, de Industrias de Cuba, y agrega con una sonrisa y un guiño de ojo típicamente argentinos: puede usted tratarme de Che.
NOTA: Sesión de partidas simultáneas desarrollada en Cuba por Miguel Najdorf el 1º de Mayo de 1962. Ese lluvioso día un millón de personas entonaron la marcha “La Internacional”poniéndole un marco inolvidable a esta prueba del patriarca del ajedrez argentino .El Che ya había sido derrotado por el maestro siendo un joven estudiante de medicina, en otra sesión desarrollada en la ciudad de Mar del Plata.

Autor: Luis Felipe Balesta. País: Argentina.

DOS Y TRIUNFO

Karol Sznapick era un hombre sencillo. Su carácter afable, su rectitud y solidaridad habían servido para ganarse el respeto de sus compañeros en la empresa siderúrgica donde trabajaba, en su Lvov natal. Su joven mujer y su pequeño hijo Pavel brindaban equilibrio y armonía a este amante de la música clásica, el ajedrez y la buena mesa. La prematura muerte de su esposa lo constituyó en único sostén de Pavel. A medida que este fue creciendo, Karol le enseñó los rudimentos del juego ciencia, observando con beneplácito los progresos de su primogénito. Ambos frecuentaban regularmente el club local donde Pavel, aún niño, competía ventajosamente contra sus mayores. Juntos habían desarrollado una variante del Gambito Budapest, llegando a especializarse de tal manera en esa línea, que ni siquiera los más avezados jugadores se atrevían a adentrarse en ella. En determinado momento ellos se desviaban de lo que la teoría consideraba como línea principal, llevando a sus oponentes a un estudio casero que culminaba invariablemente en victoria. Lejos estaban de suponerlo que el gélido invierno de 1939 les depararía. Las huestes de Hitler ocupan Polonia y son brutalmente separados y enviados a distintos Pogroms. La tortura, el hambre y el olvido son sólo palabras para quienes padecen las vicisitudes de los campos de concentración. Los Sznapick desean la muerte rápida del otro, como compasivo método de escape de ese realismo inaudito al que por cobardía o instinto de supervivencia no pueden burlar. Pavel sobrevive milagrosamente. Raquítico, enfermo y sin ganas de vivir es resguardado por unos paisanos. Pasados los años todo converge en un recuerdo al que su memoria no quiere acceder. Primavera de 1963.Pavel decide tomar sus vacaciones en Budapest donde se desarrollará un formidable torneo abierto. Luego de su victoria en la primera ronda, el sorteo le depara un rival mayor. Hay en el gesto cansado de aquel hombre, algo que lo magnetiza poderosamente. Logra, sin embargo, sustraerse de ese sentimiento y empieza la partida. El rival le plantea, pobre, el Gambito Budapest .Si supiera, piensa Pavel. Con el pasar de las jugadas, entiende que su rival sabe lo que hace. Llega el clímax, al desviarse él mismo de la línea principal. Sin reflexionar un solo instante su oponente hace la jugada oculta, el estudio paterno, y de pronto como un rayo de sol en la tormenta, él comprende. Comprende pero duda. O mejor dicho: desea dudar porque el desengaño sería terrible. Es un lapso tan mínimo, pero a un tiempo infinito, que todo lo demás carece de importancia. Y de pronto sus miradas se encuentran y ambos saben, creen saber, oh sutil agonía, y uno de ellos por fin:¿Pavel? Y la respuesta inaudible por la voz quebrada, el alma rota, el miedo: ¿Padre? El abrazo, como el llanto, .es interminable. La vida los separó, el ajedrez los juntó. Dos hombres hasta hace un instante rivales en el tablero se abrazan llorando ante la mirada atónita de jugadores y público que sin saber porqué comienzan a aplaudir mientras ambos se van de la sala de juego. El árbitro los persigue. Señores: deben informar el resultado de la partida. Karol lo mira mientras pasa el brazo por el hombro de su amado. Ponga que ganamos los dos. Y se van.


Autor: Luis Felipe Balesta