sábado, 4 de septiembre de 2010

EL SUEÑO

Que delgado y sutil es el hilo que oficia de límite entre la fidelidad y la obsecuencia, reflexiona Álvaro Fonseca.
Mira sin ver el tablero, sumido en sus cavilaciones, enmarcado éste por las piezas que yacen arbitrariamente, ya inútiles, desprovistas del poder que les confiere la mano que las empuña.
Su antagonista exuda nobleza desde su rostro serio y concentrado hasta el mínimo detalle que lo atavía. El rey Fernando luce preocupado. Su posición en el tablero desmejora poco a poco, movida a movida, y él no alcanza a definir el plan que lo ampare, lo cual lo enfurece.
Las habitaciones de la reina son el campo de batalla elegido. La Corte los acompaña a pesar del sofocante calor de la siesta.
Su Majestad Isabel La Católica se acerca suavemente y voz queda pregunta a Fernando sobre la posibilidad de apoyar al Almirante Colón a explorar el desconocido Nuevo Mundo.
El Rey, malhumorado, da una respuesta ambigua y se sumerge nuevamente en el tablero en el momento en que la voz de Fonseca aconseja:”Majestad, creo que debéis doblar torres para evitar la amenaza de mate”.
Fernando observa con detenimiento, sin prisa, hasta corroborar lo dicho por su rival. En el momento en que sus dedos están por rozar la torre, una mano detiene su antebrazo. La incipiente ira que se apodera de él desaparece mágicamente cuando Isabel se inclina para susurrar algo en su oído.
Su cara se transforma hasta mutar de la agonía al placer y entonces lentamente, muy lentamente, gozando cada fracción de segundo, toma un perezoso alfil que no solo sofoca la fútil amenaza sino que da un vuelco inusual a la situación.
Fonseca palidece instantáneamente, para satisfacción del Rey y comprendiendo la inutilidad de su resistencia ofrece su mano (tal vez aliviado)en señal de capitulación, ante el murmullo aprobatorio y el aplauso de la Corte.
El Rey, extasiado, se dirige a Isabel:”Mi Señora, haced llamar al Almirante Colón. Creo que hoy será un gran día para él”.

Quizás en algún club de ajedrez o en cualquier otro sitio dos jugadores repetirán esa posición. Si ganan las piezas de Fonseca entonces tal vez hayamos sido solo un sueño, una ilusión y el Nuevo Mundo una invención sobre la cuál aún resuenan las carcajadas de los Dioses.
Luis Felipe Balesta.- País: Argentina.

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