sábado, 4 de septiembre de 2010

DOS Y TRIUNFO

Karol Sznapick era un hombre sencillo. Su carácter afable, su rectitud y solidaridad habían servido para ganarse el respeto de sus compañeros en la empresa siderúrgica donde trabajaba, en su Lvov natal. Su joven mujer y su pequeño hijo Pavel brindaban equilibrio y armonía a este amante de la música clásica, el ajedrez y la buena mesa. La prematura muerte de su esposa lo constituyó en único sostén de Pavel. A medida que este fue creciendo, Karol le enseñó los rudimentos del juego ciencia, observando con beneplácito los progresos de su primogénito. Ambos frecuentaban regularmente el club local donde Pavel, aún niño, competía ventajosamente contra sus mayores. Juntos habían desarrollado una variante del Gambito Budapest, llegando a especializarse de tal manera en esa línea, que ni siquiera los más avezados jugadores se atrevían a adentrarse en ella. En determinado momento ellos se desviaban de lo que la teoría consideraba como línea principal, llevando a sus oponentes a un estudio casero que culminaba invariablemente en victoria. Lejos estaban de suponerlo que el gélido invierno de 1939 les depararía. Las huestes de Hitler ocupan Polonia y son brutalmente separados y enviados a distintos Pogroms. La tortura, el hambre y el olvido son sólo palabras para quienes padecen las vicisitudes de los campos de concentración. Los Sznapick desean la muerte rápida del otro, como compasivo método de escape de ese realismo inaudito al que por cobardía o instinto de supervivencia no pueden burlar. Pavel sobrevive milagrosamente. Raquítico, enfermo y sin ganas de vivir es resguardado por unos paisanos. Pasados los años todo converge en un recuerdo al que su memoria no quiere acceder. Primavera de 1963.Pavel decide tomar sus vacaciones en Budapest donde se desarrollará un formidable torneo abierto. Luego de su victoria en la primera ronda, el sorteo le depara un rival mayor. Hay en el gesto cansado de aquel hombre, algo que lo magnetiza poderosamente. Logra, sin embargo, sustraerse de ese sentimiento y empieza la partida. El rival le plantea, pobre, el Gambito Budapest .Si supiera, piensa Pavel. Con el pasar de las jugadas, entiende que su rival sabe lo que hace. Llega el clímax, al desviarse él mismo de la línea principal. Sin reflexionar un solo instante su oponente hace la jugada oculta, el estudio paterno, y de pronto como un rayo de sol en la tormenta, él comprende. Comprende pero duda. O mejor dicho: desea dudar porque el desengaño sería terrible. Es un lapso tan mínimo, pero a un tiempo infinito, que todo lo demás carece de importancia. Y de pronto sus miradas se encuentran y ambos saben, creen saber, oh sutil agonía, y uno de ellos por fin:¿Pavel? Y la respuesta inaudible por la voz quebrada, el alma rota, el miedo: ¿Padre? El abrazo, como el llanto, .es interminable. La vida los separó, el ajedrez los juntó. Dos hombres hasta hace un instante rivales en el tablero se abrazan llorando ante la mirada atónita de jugadores y público que sin saber porqué comienzan a aplaudir mientras ambos se van de la sala de juego. El árbitro los persigue. Señores: deben informar el resultado de la partida. Karol lo mira mientras pasa el brazo por el hombro de su amado. Ponga que ganamos los dos. Y se van.


Autor: Luis Felipe Balesta

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